El proyecto se desarrolla en un angosto lote frente al mar en la Riviera Maya, cerca de Tulum, Quintana Roo, y se abastece completamente de energía solar y eólica. Todo el proyecto fue colado en concreto con un color orgánico azul, que va reaccionando según su exposición al sol y su posición en la casa, generando una gama cambiante de tonos que van del azul del mar hacia el rosa del atardecer.
Elevando la casa sobe unas columnas en forma de cruz, se impactó el entorno lo menos posible y se generaron vistas por arriba de la duna que separa el terreno del mar. Así, el proyecto se organiza en tres niveles que se conectan por medio de una escalera en espiral: la planta baja auxiliar abajo de la casa, el nivel intermedio con todos los espacios interiores y una gran azotea con una piscina y un comedor al aire libre ofreciendo vistas al mar caribe, la selva y la laguna. Cercano al cuarto principal, se encuentra una torrecita singular: un elemento formal que ancla el conjunto en su lugar y funge como espacio flexible para trabajo o meditación.
La planta intermedia en forma de L, se extiende más allá de su desplante por medio de grandes terrazas y pérgolas de madera local. Por este medio, se amplían los espacios interiores, se protegen del sol y se produce una buena ventilación cruzada (solamente las recamaras reciben un sistema de aire acondicionado). Estas terrazas cuentan con un mecanismo plegable que protegen la casa en caso de huracanes: subiendo y bajando estos elementos pesados contra la fachada se transforma la residencia abierta y transparente en una robusta caja cerrada.
Las fotografías son de Onnis Luque