Esta casa familiar de fin de semana está inmersa en un bosque de encinos en la reserva El Peñón, Valle de Bravo. Está hecha totalmente por un sistema constructivo de madera laminada-certificada.
Para respetar la vegetación y promover la conexión con la naturaleza manteniendo un interior seco y térmico, la casa levantada en pilotes articula su programa en desniveles, terrazas y volúmenes que entretejen los claros del bosque.
El programa fragmentado integra en sus recorridos un sentido de aventura que juega con el descubrimiento de espacios y permite una experiencia lúdica de la naturaleza sin perder su funcionalidad y contemporaneidad. Su alternancia de alturas, terrazas y puertas corredizas genera espacios que pueden transformarse en interiores o exteriores e incorporar auténticamente la vegetación circundante. Los interiores de esta casa en el bosque alternan muros de madera laminada y encalados con aislamiento térmico que crean una atmósfera contemplativa y acogedora.
El programa exterior independiente incluye recorridos al bosque, un cuarto de visitas, una zona de juegos y un huerto. El proyecto en su conjunto convierte el paisaje en parte del programa. Como una casa del árbol, los espacios de habitación son una fuente de nuevas experiencias que, con recorridos y múltiples espacios de estar, rompen con las rutinas cotidianas de la casa típicamente urbana.
Las fotografías son de Sandra Pereznieto.